Medité en silencio, él había provocado en mi unas inmensas
ganas de llorar, las mantuve y respire profundamente, sujete el
aire firme, pero escapo en un suspiro.
-Una de esas veces, decidí guardarme las lagrimas- Musité.
-¿Y que paso?- Preguntó con voz cortada.
-Al mirarme al espejo, puedo jurarte que nunca he visto semejante sufrimiento en mi mirada.
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